Thursday, December 28, 2006

"Estamos criando vagos"...
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por el teléfono o conectados a la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con "arreglar algo en el hogar".
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles "defectos" a sus padres a los cuales acusan a diario de que "estan quedaos".
No hay quien les hable de ideologiías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su "semanal" o mesada de la que se quejan a diario porque "eso no me alcanza".
Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresará un embarazo o un pase de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aun el dí­a en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tení­amos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: "!Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé". Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años habí­an ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El "dame" y el "cómprame" siempre fue generosamente complacido y nos fuimos exhibiendo los éxitos escolares de los hijos y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego querí­amos que fuera un hogar.
Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa "se les aprieta" en su nueva vida.
Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.
Las hembritas deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocinar para que entiendan la economí­a doméstica en tiempos que podrí­an ser más difí­ciles.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó.
Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que el cuido de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.
Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen "muchachos chiquitos" pues ya los abuelos pagaron la transición
...Cesar Mella, Psiquiatra10/11/2006 3:16:24 PM